¿Quien no ha tenido una noche en blanco alguna vez en su vida? A lo mejor a ti nunca te ha pasado, pero generalmente las preocupaciones cotidianas nos quitan el sueño. De hecho, tener dificultad para conciliar el sueño es un problema que afecta a gran parte de la población en un momento dado de su vida. Sabemos que las horas que invertimos en descansar son fundamentales para mantener nuestra salud, por eso hoy os cuento unos “truquillos” que a mi me ayudan a conciliar el sueño con facilidad, a descansar y por tanto a sentirme mejor.

Cuando vamos a la cama es importante que seamos conscientes del estado de ánimo en el que nos encontramos. En muchas ocasiones nos acostamos dando vueltas a un problema, una preocupación y eso hace que nuestra mente no desconecte, continúa “rumiando” durante las horas de sueño. Cuando nos levantarnos sentimos el cuerpo como si hubiésemos corrido una Maratón. Por ello es importante que al tumbarnos comencemos a respirar de forma consciente y profunda, es decir, inspirando lentamente por la nariz y llevando todo el aire al abdomen, para después de retener en el interior un instante,  volver a soltarlo lentamente, dejando al mismo tiempo que los músculos del cuerpo se relajen. Podemos empezar a visualizar las partes de nuestro cuerpo desde la cabeza y llegar hasta los pies (o a la inversa, de pies a cabeza), soltando al espirar una parte del cuerpo. Cuando la mente está ocupada y centrada en las sensaciones del cuerpo, no es capaz de pensar en otras cosas, de ese modo haremos que se calme. Si percibimos que los pensamientos preocupantes vuelven a acechar, volveremos a centrar toda la atención en la respiración y en la sensación placentera de soltar la tensión.

Nuestra vida depende de la respiración. Todo lo que está vivo respira, realizando un intercambio constante con el medio. En esta respiración se establece un ritmo que es necesario aprender y escuchar. Si nos observamos, podemos apreciar que ese ritmo cambia en función de la actividad que realizamos. Cuando estamos relajados en la cama, la respiración nos ayuda a calmar la mente y a relajar el cuerpo, haciendo que el sueño tarde menos en llegar y cuando se presenta, nuestro cuerpo se encuentra en un estado de quietud que hará mucho más provechosas las horas de descanso. No hay color, cuando nos acostamos relajados nos levantamos descansados y ese descanso influye en nuestro estado de ánimo y por supuesto, en nuestra salud.

Perdemos la capacidad de respirar con la que nacemos (por estrés, miedo, ansiedad) y sólo utilizamos una pequeña parte de nuestro potencial. Una respiración deficiente o superficial deteriora el organismo. Del mismo modo que nuestro ánimo y nuestros procesos mentales o psicológicos influyen en nuestro modo de respirar, la respiración influye en nuestro modo de estar en el mundo. El control de la respiración es una fuente de salud. En muchas disciplinas orientales se recoge esta influencia recíproca entre respiración y salud y se trabaja con la respiración para lograr el máximo beneficio de los ejercicios que se realizan. Cuando se respira de forma profunda y completa, podemos conseguir tener la mente más clara y despejada.

Otro truco es centrar nuestra mente en cosas positivas y ¡todos tenemos cosas positivas en nuestras vidas! A saber… agua potable, sol que nos calienta, el amor de nuestra familia y amigos, un techo y una cama, el cielo azul, las flores o el viento!. Generalmente nos centramos en lo que nos falta, en lugar de disfrutar de todo lo que tenemos a nuestro alrededor. El momento de conciliar el sueño nos brinda la oportunidad de rememorar todos los instantes que nos han aportando algo bueno durante el día… la sonrisa de un niño, un beso o un abrazo, una buena comida, ¿porqué no? Y dar gracias, a quien queramos, por ser tan afortunados de poder disfrutar de esos presentes. Recordemos que la vida será tan dulce o amarga como nosotros decidamos que sea, si solo nos fijamos en las carencias nunca estaremos a gusto con lo que vivimos, pero si nos centramos en todo lo que podemos disfrutar, seremos más felices.

Otra sugerencia para conciliar mejor el sueño, aprovechando la relajación que nos aporta la respiración profunda, es decirnos a nosotros mismos, suavemente, la palabra descansa… descansa… disfrutando de la paz que nos aporta su significado.

Y por último, otro pequeño truco, para cuando el sueño está rebelde y no quiere venir: podemos ocuparnos en contar respiraciones, es decir, inspiro profundamente y al soltar cuento uno… inspiro y al soltar dos… así hasta diez, al terminar, volvemos a comenzar. Es un ejercicio sencillo que nos ayuda a entrar en un estado de tranquilidad que atraerá con facilidad el sueño.

Seamos conscientes de que cuando ignoramos las exigencias del cuerpo y la mente en lo que se refiere a relajación, descanso, ejercicio y expresión de las emociones, el cuerpo puede comunicar el fracaso de esa falta de atención enfermando, por tanto ¡cuidemos nuestros cuerpo!

Recapitulando:

  • Inspirar profundamente y al soltar sentimos como el cuerpo se relaja.
  • Rememorar las cosas positivas que nos han pasado a lo largo del día.
  • Decirnos suavemente a nosotros mismos la palabra descansa…
  • Contar diez respiraciones y volver a empezar.

Y después de estas sugerencias, solo me queda desearte que tu descanso mejore para que tengas buenas noches y días mejores.