La Consciencia de que los alimentos proceden del Cielo, es el primer paso para acercarnos a ellos”

José Luis Padilla

Hace tiempo que me he dado cuenta que los alimentos que tomo me aportan energía o me la restan. Noto que mi cuerpo se revitaliza si le doy de comer fruta, pero me siento cansada y con la digestión pesada si como algo que esté frito, así que he ido disminuyendo todo aquello que no me aporta energía o no me ayuda a sentirme bien.

Cada vez soy más consciente de la importancia de cocinar mas tranquila, poniendo atención a mi estado de ánimo. Cuando voy a un restaurante, generalmente tengo digestiones largas y pesadas. Antes creía que se debía a los aceites que utilizan para cocinar, que suelen estar mas usados de lo debido, pero hoy tengo claro que también influye en mi digestión el estado de ánimo del cocinero. En las cocinas de los restaurantes se elaboran las recetas en un ambiente de estrés, ya que procuran preparar las comandas en el menor tiempo posible y ese nerviosismo pasa al alimento y después al comensal. Nos comemos, sin darnos cuenta el acelerado estado de ánimo del que está preparando nuestra cena por lo que es difícil que el alimento siente bien. Por eso creo es que es importante que seamos mas conscientes de los pensamientos que habitan nuestra cabeza y de la intención que ponemos al realizar la comida.

La forma que tenemos de pensar influye en cada célula de nuestro organismo. Nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestro hacer están ligados de tal modo que si no hay armonía entre ellos, enfermamos. Por lo que cada vez que llevo el alimento a mi boca, imagino que me va a sentar bien, que mi organismo va a aprovechar cada nutriente y se va a deshacer de aquello que lo perjudica, osea mando la información al cerebro -y al vientre- para que asuma que lo que le llega es lo mejor que puede tomar. Creo que si comemos algo pensando que nos va a engordar, así será, si creemos que nos va a sentar mal, probablemente nos genere indigestión, pero si creemos que es bueno para nuestro organismo, nuestra mente se encargará de mandar la información necesaria para que así sea, es como programar nuestra computadora para que haga lo que le ordenamos. Hoy en día es difícil no preocuparse por lo que comemos, porque la forma industrializada en la que se cría a los animales influye en la carne que comemos; la contaminación de mares y océanos, satura de metales pesados a los peces que viven en libertad; los piensos y la medicación que reciben los que están en cautiverio no los convierten en un buen alimento y el uso de agroquímicos en los vegetales provoca que nuestro cuerpo tenga que hacer un esfuerzo extra para purificarse. Por ello, por nuestra salud mental y física, es importante que pensemos y sintamos, en la medida de lo posible, que lo que comemos es beneficioso para nosotros.

En cuanto al tipo de alimento que hemos de tomar para preservar y mejorar la salud, creo que la naturaleza manda y una buena sugerencia puede ser fijarnos en nuestra dentadura, que nos habla de ingerir una gran cantidad de semillas, cereales y legumbres, una proporción media de verdura y fruta y una pequeña proporción de otros seres vivos (carne y pescado). Dar al cuerpo lo que necesita en las proporciones adecuadas genera los nutrientes necesarios para estar saludable.

Por otro lado, estoy convencida de la importancia de comer de forma consciente, saboreando los alimentos, disfrutando de texturas, colores, aromas, con todos nuestros sentidos. Vivimos en esa parte privilegiada del mundo en el que, generalmente, podemos comer de todo, pero lo hacemos de forma inconsciente, sin valorar lo afortunados que somos. Además solemos hacerlo rápido, viendo la televisión o mirando el móvil por lo que el acto de comer se transforma en un mero trámite que hay que hacer para subsistir. Por ello propongo que nos acostumbremos a poner consciencia en lo que comemos, en el estado de ánimo que tenemos al comer, es decir, comer estando presentes, relajados, masticando mas cada bocado, para convertir el momento en una pequeña meditación diaria.

Y por último, una sugerencia: dedicar un instante de oración, concentrados en dar Gracias al Cielo porque somos seres afortunados que pueden comer cada día ¡y no solo eso! hemos nacido y vivimos en esa parte del mundo en el que se pueden hacer tres comidas diarias. Que este dar Gracias desde el corazón nos ayude a ser conscientes de ello, convirtiendo los alimentos en Salud, en Amor y en Fe.

¡Bon appétit!