Una amiga mía me recomendó hace tiempo un libro titulado “Ayudarse a si mismo” de Lucien Auger. Al leerlo he ido descubriendo una serie de cosas que me gustaría compartir con vosotros. No obstante, os recomiendo que lo leáis, merece la «alegría».

Un buen día, entre sus páginas encontré la siguiente joya:

“Cuando uno busca lo menos posible ser amado, es más amado; e inversamente, si busco con furia ser amado por los demás, llegaré la mayoría de las veces a verme dejado de lado”.

Si nos fijamos bien en nuestra vida, pasamos mucha parte de ella buscando el amor de todos los que nos rodean. Es muy importante para nosotros sentirnos amados. Desde que nacemos establecemos vínculos con nuestros padres, hermanos, abuelos; más adelante se ensanchan los grupos de relación y aparecen los profesores, los amigos… Aprendemos a relacionarnos buscando, reclamando y muchas veces exigiendo la aprobación y el amor de los otros. Cuando somos pequeños creamos situaciones desagradables, utilizamos la pataleta para exigir a los demás que nos den el amor que nosotros no somos capaces de darnos.

Si aprendiéramos a amarnos nos daríamos cuenta que nuestro amor por nosotros mismos no depende de lo que nos valoren o amen los demás. Depende de lo que yo piense de mi mismo, de las ideas que tengo a cerca de mi, de lo que creo que soy. Pero si gran parte del día lo pasamos diciendo: “Soy tonto”, “lo hago todo mal”, “no soy capaz”, “yo no puedo”… nos resultará mucho más difícil valorarnos y querernos.

Por tanto vamos a ponernos manos a la obra! Ha llegado el momento de dejar de posponer y empezar a amarnos; ha llegado el momento de darnos cuenta que somos unos seres increíbles. Seguramente habrá cosas que no se nos da bien hacer, pero por una vez vamos a fijarnos en aquellas que “sí hacemos bien”, lo que nos gusta hacer, lo que da alegría a nuestro corazón. Por ejemplo, considero que soy buena cocinera, me gusta cantar y disfruto escribiendo artículos; por otro lado se me da fatal coser o tejer y tampoco soy muy buena con las manualidades. Si apreciamos todo lo que sí somos capaces de hacer comenzaremos a valorarnos de forma más positiva y esto hará que nos sintamos “más capaces”. Incluso podemos ir más allá, si empezamos a valorar y agradecer todo lo que acontece, por sencillo que te parezca (gracias porque puedo andar, hablar, ver… porque tengo dientes para comer, porque puedo pensar…!), será un buen comienzo para hacernos conscientes de lo afortunados que somos. Empezar a valorarnos a nosotros mismos, a Amarnos, de ese modo no será tan importante si los otros nos valoran o no, si nos aman o no…

Haremos que nuestro comportamiento no esté condicionado por lo que piensen o deseen los demás y como no buscamos y sobre todo no exigimos su amor, ellos con generosidad nos lo entregaran sin pedir nada a cambio.

Como dice Lucien Auger “Tenga cuidado de no confundir su valor personal con el hecho de ser amado. El que a usted le amen no le hace más valioso, y el que le detesten no le quita nada. Nuestro valor personal es independiente del reconocimiento que de él hagan los demás. Usted no tiene necesidad vital de que le amen siempre y en todas partes. Empiece por aceptarse a si mismo de forma realista.”

Así que con esta “receta” en la mano, no nos queda otra que probar. Así de fácil es…

A Practicar!