El refranero Español nos dice: “Piensa mal y acertarás”, por esa misma regla de tres  podríamos decir: “Piensa bien y acertarás…” y es que de este modo, además de acertar influiremos positivamente en nuestras vidas. Pensar “mal” nos hace pre-ocuparnos, es decir, ocuparnos de algo antes de que suceda, generando emociones que afectan a nuestro cuerpo y a nuestra mente. Habitualmente nuestros pensamientos se centran en el pasado o el futuro, y nos mantienen ocupados con lo que pasó, lo que nos hicieron, lo que hicimos que nos hace sentir culpables o con preocupaciones que nos asedian porque no sabemos que pasará en el futuro. Nos sentimos como si esos problemas fueran reales, cuando muchas veces no existen más que en nuestra imaginación.

Es importante hacernos conscientes de que hay ciertas emociones que no nos ayudan a estar bien. ¿Y cuales son?, muy fácil: todas aquellas que no nos hacen sonreír, las que nos provocan malestar, malhumor, las que nos roban la energía y hacen que nos sintamos agotados. En cambio las emociones positivas nos hacen sentir bien, hacen que nuestro día a día sea más agradable y generan tal bienestar que influye directamente en nuestra salud. Con ello no quiero decir que  haya que tapar las emociones que no nos gustan, no está mal sentir tristeza o rabia en un monento dado (mejor fuera que dentro…) pero aprender a gestionar esos sentimientos y pasar página, nos ayudará a estar mejor, con nosotros mismos y con todo lo que nos rodea. Somos los dueños de nuestros pensamientos, los que generan como nos sentimos, por eso solo nosotros podemos elegir sentirnos bien o mal.

Dejemos de culpar a los demás por lo que pasa en nuestra vida y tomemos las riendas intentando no juzgarles, al igual que nosotros ellos también están aprendiendo.

A partir de hoy pongamos la  intención de vigilar lo que pasa por nuestra cabeza, porque todos esos pensamientos influyen en nuestros sentimientos, así que la propuesta para hoy es: “Pensar bien” para “acertar” en nuestra vida.