Aunque no seamos conscientes de ello, cada mañana amanece un nuevo día. Aunque no veamos salir el sol, éste no descansa, cada jornada sale a pasear y cuando abrimos nuestros ojos, se nos da la oportunidad de vivirlo como se merece.

A veces sentimos que nuestra vida se ha vuelto monótona y siempre hacemos lo mismo, además lo hacemos de la misma manera, no damos cabida a la creatividad. Nuestra mente comienza a funcionar en piloto automático desde por la mañana hasta que nos acostamos, centrada en su pensar sin fin, dando vueltas y vueltas a las mismas ideas. Sentimos que el día pasa volando y en ocasiones ni nos acordamos de lo que hemos hecho. Cuando estamos preocupados nos cuesta mucho trabajo estar presentes y disfrutar de lo que estamos haciendo. Nuestra cabeza no para de elaborar planes, de rumiar las mismas ideas constantemente y esto, aunque no nos demos cuenta, nos genera malestar. Pensamos continuamente, estamos tan acostumbrados a hacerlo que no nos damos ni cuenta y pasa a formar parte de nuestro día, ocupando demasiado tiempo.

Los pensamientos generan nuestras emociones: si pensamos en algo que nos molesta, seguramente comenzaremos a sentirnos mal; si recordamos con nostalgia, nos invadirá la tristeza; si pensamos en algo que nos puede ocurrir a nosotros, a nuestra familia o amigos seguramente sintamos miedo… Los pensamientos están tan ligados a las emociones que así como pensamos, así nos sentimos. Y no solo eso, normalmente hablamos de lo que está pasando por nuestra mente, de lo que nos “pre-ocupa”, por lo que nos enfocamos en lo que no nos gusta, en lo que nos da miedo, en lo que nos hace sentir mal. Si somos capaces de ir para atrás en este proceso que se realiza en nuestra cabeza de forma inconsciente, nos daremos cuenta que la raíz de este problema son nuestros pensamientos, por ello es tan importante estar alerta, conscientes de nuestra forma de pensar. ¡Aunque parezca mentira, podemos elegir! Podemos elegir lo que queremos pensar y con ello lo que vamos a sentir. Podemos elegir la vida que queremos, en lugar de sumergirnos en ese “tran-tran” sin sentido. Cuando vigilamos nuestros pensamientos somos capaces de discernir si lo que pensamos nos hace sentir bien o nos genera estrés, tristeza, miedo…

Al comenzar a observar nuestra mente, apreciamos que nuestra vida, poco a poco comienza a cambiar; sin apenas notarlo, empezamos a hablar de otras cosas, nuestra conversación es mas amena, porque ya no estamos todo el rato quejándonos de nuestra salud, de las personas que nos rodean o de nuestros problemas y al dejar de pensar en ello, dejamos de atraer esos sentimientos agotadores. Todo esto hace que nos sintamos mejor, primero con nosotros mismos, luego con las personas que nos rodean y con la vida en general. Todo comienza a ser mas fácil; nuestras relaciones con los demás mejoran. Esto es tomar consciencia de nuestra dinámica mental y elegir lo que queremos para nuestra vida. Mucha gente piensa que esto no se puede hacer, no me creas, prueba a hacerlo, experiméntalo por ti mismo y aunque a veces parezca un poco difícil, es cuestión de práctica y los resultados merecen el “esfuerzo”.

Para dejar de pensar en lo que nos preocupa, podemos comenzar a centrarnos en lo que nos rodea. La vida pone cada día una cantidad ilimitada de milagros en los que podemos enfocarnos, milagros que habitualmente pasan desapercibidos porque nuestra mente se encuentra ocupada, pensando. La naturaleza se despliega cada mañana para que admiremos su belleza y nos relajemos con su armonía. El bienestar que nos transmite contemplar un amanecer, una flor, las nubes, las olas del mar, no tiene precio.

Como decía al principio, aprovechar cada amanecer como el que Ama-nacer, darnos cuenta que estamos vivos, que cada día empieza una nueva aventura en la que podemos re-crearnos, hacernos nuevos… Cada mañana al abrir los ojos podemos decidir abandonar las viejas ideas y empezar a elaborar-nos de forma creativa, decididos a cambiar , a mejorar. Ser capaces de ver que en esta labor somos los principales protagonistas y de nosotros depende el disfrutar del día que empieza. Abrir los ojos, respirar hondo y dar gracias por todo lo bueno que hay en nuestra vida. Enfocarnos en eso, genera paz y bienestar a nuestra mente y en nuestro ser.

Por ello (y como dice Susana Torres, Profe de Educación Especial y Biodanza): “Os invito a probar”, os propongo que os vayáis haciendo mas y mas conscientes de vuestros pensamientos, sentir que vuestra vida es una receta nueva de cocina y cada día ir añadiendo una pizca de tranquilidad, una cucharadita de atención, un puñado de optimismo, una chispa de paciencia (o mas…) y un montón de alegría y humor, porque, ya lo dice el dicho: “Sin sentido del humor la vida no tendría sentido”.

Esta es la receta…¡Ama nacer cada día!